Muchas personas se saltan la etapa de draft ya sea para demostrar que dominan lo que están haciendo o para esperar ahorrar tiempo. La realidad es que la diferencia se siente de inmediato. Un texto escrito directamente y otro escrito después de haber realizado un borrador, no tienen el mismo nivel de consistencia. La redacción no solo ayuda a organizar las ideas, sino que también elimina aquellas que son menos relevantes, si es que son irrelevantes.

Lo que necesita saber es que le corresponde al autor del texto ser claro para que se le entienda. No puede exigir mucho esfuerzo al lector porque es él quien quiere ser leído. Entonces, para evitar ser malinterpretado o, peor aún, malinterpretado, primero se le ocurren ideas, revuelve y solo luego comienza a escribir.

Proceder por etapas

Es una ilusión creer que se puede escribir un buen texto escribiendo al mismo tiempo que se buscan ideas. Obviamente, terminamos con ideas que llegan tarde y que deben enumerarse en primer lugar, dada su importancia. Vemos, pues, que no es porque se te pase por la cabeza una idea que sea más importante que las demás. Si no lo redacta, su texto se convierte en borrador.

En realidad, el cerebro humano está programado para realizar solo una tarea a la vez. Para tareas simples como charlar mientras ve la televisión, el cerebro puede retener ciertos pasajes que se perderán. Sin embargo, con tareas serias como la lluvia de ideas y la escritura, el cerebro no podrá hacer ambas correctamente al mismo tiempo. Entonces el tiro servirá como palanca o trampolín entre los dos.

Que evitar

Lo primero que debes evitar es lanzarte a tu computadora, buscando tanto claves como ideas. Tu cerebro no te seguirá. Te arriesgas a tener dudas sobre palabras banales, olvidar una idea que acaba de pasar por tu mente, no poder terminar una frase banal, entre otros bloqueos.

Por lo tanto, el enfoque correcto es comenzar investigando ideas e incorporándolas a medida que avanza en su borrador. Luego, debes estructurar, priorizar y argumentar tus ideas. Luego, debe verificar y revisar el estilo adoptado. Finalmente, puede continuar con el diseño del texto.

Lo que hay que recordar

La conclusión es que producir un texto directamente sin trabajar en un borrador es arriesgado. El riesgo más común es terminar con texto ilegible y desordenado. Este es el caso en el que nos damos cuenta de que hay grandes ideas pero, lamentablemente, el arreglo no es relevante. Este también es el caso cuando olvida una idea esencial en el procesamiento de su texto.

Lo último que debe recordar es que redactar no es una pérdida de tiempo. Por el contrario, si omite este paso, es posible que deba rehacer todo el trabajo.